Highet, Gilbert Arthur (Glasgow, 1906–Nueva York, 1978)
Trayectoria biográfica e intelectual. Gilbert Arthur Highet (ˈhaɪɪt) cursó su bachillerato en el Hillhead High School de Glasgow. Estudió en la Universidad de Glasgow (1925–1928), donde se licenció en clásicas, historia antigua y arqueología; completó su M. A. en 1929. Después continuó sus estudios en el Balliol College de la Universidad de Oxford (1929–1932), donde obtuvo un B. A. en Clásicas (1932), así como varios premios y condecoraciones, como la Craven Scholarship (1930). Tras su graduación, enseñó griego y latín en el St. John’s College de Oxford (1932–1937), a la vez que realizaba su doctorado. Editó entonces la revista de reseñas críticas The New Oxford Outlook y fue uno de los fundadores del Oxford University Experimental Theatre Club. Se casó en 1932 con la conocida autora de novelas de espionaje e intriga Helen MacInnes (1907–1985), también escocesa, a la que conoció cuando ambos eran estudiantes en Glasgow. Su viaje de novios transcurrió en la Europa continental, especialmente en Baviera, donde la pareja presenció el ascenso del nazismo. Fruto de este matrimonio fue un único hijo, Keith Highet (1933–2000), graduado en Derecho por Harvard y que llegó a ser un prestigioso profesor y abogado, especializado en Derecho Internacional.
En 1937 se trasladó a los Estados Unidos, donde acabaría por obtener la ciudadanía americana en 1951. Tras un año ocupando una plaza como profesor visitante en la Universidad de Columbia (con sede en la ciudad de Nueva York), fue nombrado en 1938 «professor» (catedrático) de griego y latín en la misma universidad (un éxito notable para un docente de solo 32 años). Luego (1941–1946) prestó servicios en el MI6 (Servicio de Inteligencia Secreto de Gran Bretaña) durante la Segunda Guerra Mundial: redactaba informes sobre el comportamiento previsible de dirigentes nazis (como Hitler, Goebbels o Goering), valiéndose para ello de su conocimiento de la psicología de los emperadores romanos (adquirido especialmente con la lectura de Tácito). Alcanzó el grado de teniente coronel dentro del ejército de ocupación británico, tras la guerra. Precisamente en ese momento (1945–1946) concibió la idea de redactar su libro sobre Tradición Clásica (Highet 2002, p. 402).
Con la desmovilización, regresó a su docencia en Columbia, donde ocupó una prestigiosa cátedra como Anthon Professor of the Latin Language and Literature, desde 1950 hasta 1972 (año de su jubilación) y donde fue también Chairman del Departamento en los 50. Asimismo, realizó tareas de divulgación de los clásicos y de la cultura: llevó a cabo en la década de los 50 su propio programa de radio, titulado «People, Places, and Books», y fue miembro de la comisión de jueces del Book-of-the-Month Club (1954–1978). En 1977 la Universidad de Columbia le concedió un Honorary Degree. Puede afirmarse que fue el clasicista más conocido y popular en Estados Unidos durante más de un tercio de siglo.
Estudios filológicos. En su producción, distinguiremos tres campos: estudios académicos de carácter filológico, trabajos de divulgación y libros sobre didáctica. Empezando por la primera sección, como clasicista había traducido del alemán al inglés, en tres volúmenes, el extenso libro de Werner Jaeger, Paideia: The Ideals of Greek Culture (Jaeger 1939). En una línea más estrictamente académica y filológica publicó su estudio sobre Juvenal (Highet 1954) y un libro sobre los discursos en la Eneida de Virgilio (Highet 1974). Sus artículos sobre literatura y Tradición Clásicas se compilaron póstumamente (Ball 1983). En la explicación de los textos clásicos optó por métodos historicistas y tradicionales (la biografía del autor, las fuentes literarias, el contexto histórico), reticente a metodologías vanguardistas. Por ejemplo, en su libro sobre Juvenal interpretó al poeta satírico desde una perspectiva predominantemente biografista; cuando recibió críticas y objeciones por parte de filólogos de sesgo más «modernista», respondió contundentemente a sus detractores en su artículo «Masks and faces in Satire» (Highet 1974).
Divulgación de la cultura. También prestó mucha atención a la difusión de la Cultura Clásica entre el gran público, desde su programa de radio y mediante la publicación de libros de divulgación o de síntesis. The Classical Tradition (Highet 1949), por su claridad, organización y amenidad, puede considerarse un libro de divulgación, aunque sin sin desatender el rigor. En el libro Poets in a Landscape (Highet 1957) trazó una introducción a diferentes poetas latinos, situándolos en su contexto geográfico. Para ello, realizó un peregrinaje turístico y fotográfico por distintas ubicaciones de Italia, asociadas con siete poetas latinos: Sirmio (en relación con Catulo), Mantua (Virgilio), Umbría (Propercio), Tívoli (Horacio), Gallicano (Tibulo), Sulmona (Ovidio) y Aquino (Juvenal); el itinerario culminaba con la visita a la propia Roma. El libro le hizo acreedor de un premio del Ente Nazionale Italiano per il Turismo, lo que sugiere su efectivdad como obra de divulgación cultural. Un conjunto de charlas de divulgación misceláneas ha sido editado por Ball (1998). También se publicó una selección de sus programas radiofónicos en forma de libro, con el título de People, Places and Books (Highet 1953). Como curiosidad, cabe recordar que el informe que Highet redactó en la inmediata posguerra (1945), en colaboración, sobre su labor como agente de Inteligencia, ha visto la luz en tiempos más recientes (Highet et alii 1999).
Didáctica. Además, Highet siempre se interesó mucho por la docencia viva y amena de las humanidades. Publicó dos libros sobre didáctica: The Art of Teaching (Highet 1959), traducido a varios idiomas, incluyendo el español (Highet 1967) y The Immortal Profession: The Joys of Teaching and Learning (Highet 1976). En este segundo libro expone cuál es el fin de la educación, dando lugar a una cita famosa: «The chief aim of education is to show you, after you make a livelihood, how to enjoy living; and you can live longest and best and most rewardingly by attaining and preserving the happiness of learning» (Highet 1976). Y en el propio manual The Classical Tradition dedica bastantes páginas a la importancia de la enseñanza de los clásicos, con entusiasmo y mediante métodos amenos, para mostrar la vigencia de los mismos. Por ejemplo, cuando menciona el substrato clásico de Lord Byron, especifica que tenía una Cultura Clásica considerable, pero que la mala enseñanza de los clásicos le había hecho aborrecerlos (Highet 1949, pp. 412–415). En otro momento dedica un capítulo entero a la decadencia de los clásicos en el siglo XIX, critica la enseñanza excesivamente gramatical y árida del griego y del latín, y que se olvide el disfrute de los valores artísticos y sentimentales de los clásicos (pp. 493–500). Acaba este apartado con un párrafo donde subraya la importancia de comunicar al gran público por qué los clásicos son relevantes de manera clara.
It is, then, the fundamental fault of modern classical scholarship that it has cultivated research more than interpretation, that it has been more interested in the acquisition than in the dissemination of knowledge, that it has denied or disdained the relevance of its work in the contemporary world, and that it has encouraged the public neglect of which it now complains. The scholar has a responsibility to society —not less, but greater, than that of the labourer and the business man. His first duty is to know the truth, and his second is to make it known. For classical scholarship is one of the main channels through which the uniquely valuable influence of the culture of Greece and Rome, still living and fertile, still incalculably stimulating, can be communicated to the modern world (Highet 1949, pp. 499–500).
La Tradición Clásica. En su libro Juvenal the Satirist (Highet 1954) dedica sistemáticamente sendos apartados a la recepción moderna de cada sátira de Juvenal. También publicó varios artículos sobre temas de Tradición Clásica, seis de los cuales fueron compilados en la tercera sección de Ball (1983, pp. 295–348). Pero, obviamente, su principal aportación al ámbito de la Tradición Clásica, incluyendo la generalización de la etiqueta, es su manual The Classical Tradition (Highet 1949), que fue traducido tempranamente al español (Highet 1954). Su génesis responde a una triple motivación, según testimonio de su hijo, Keith Highet; en primer lugar, Gilbert Highet sentía que faltaba un libro que demostrara de manera global que es imposible comprender la cultura occidental sin considerar la base de la que emerge; en segundo lugar, la inexistencia de un libro tal brindaba a Highet la oportunidad de combinar el tratamiento erudito de material con una visión sintética y amena; por último, una motivación importante de Highet era retomar su carrera académica con un proyecto ambicioso, tras la relativa inactividad de sus años de dedicación militar (Highet 2002, pp. 402–403). Highet trabajó intensamente en la elaboración del libro durante tres años (1946–1949).
El libro es un recorrido histórico sobre la base clásica grecolatina presente en la literatura occidental. Parte de la caída del Imperio Romano y llega hasta la época contemporánea del autor. Estudia especialmente algunas literaturas nacionales escritas en lengua vernácula, que más adelante explicaremos. Este libro es fundamental y fundacional de los estudios de Tradición Clásica, al menos por las tres siguientes razones. En primer lugar, establece el concepto, bases epistemológicas y propuesta de metodología para la disciplina. En segundo lugar, ofrece un estudio abarcador sobre la Tradición Clásica en tiempo y espacio, desde los siglos oscuros de la Edad Media hasta la época moderna; se trata con cierto detalle las siguientes literaturas nacionales: inglesa, francesa, alemana e italiana (otras, como la española, con menor profundidad). Anteriormente solo se habían publicado estudios parciales (la tradición de un autor clásico, la base clásica de un autor moderno), como el propio Highet apunta con legítimo orgullo en el prefacio de la obra (p. VIII). Y, en tercer lugar, el libro abre perspectivas y vías de trabajo, animando a continuar la investigación. En una reseña de The Christian Science Monitor (recogida en la contracubierta de la cuarta impresión) se incide precisamente en esto: «such a study as Highet’s The Classical Tradition is valuable twice —first, because it moves along interesting in itself; and second, because it prompts us to explore fields either known to us only by repute, or else hitherto out of our ken altogether». Es relevante mencionar que el prestigioso comparatista Harold Bloom aceptó escribir dos hermosas páginas de prefacio («Foreword») a la reedición del libro de Highet de 2015 (que, en realidad, no es más que una reimpresión facsímil). Bloom recomienda la obra por la extensión de material que proporciona; considera que el libro es valioso y útil; y subraya el idealismo de Highet al proclamar la relevancia de los clásicos en la actualidad, aunque no la comparta enteramente: «Highet begins by asserting that our world is a “direct spiritual descendant of Greece and Rome”, which may have been only a partial truth sixty years ago and is scarcely accurate in 2013» (Highet 2015, p. V).
Término, concepto. Highet es el autor que establece el término «Tradición Clásica» y el que lo difunde para la posteridad como vox propria para designar tanto la materia de estudio (la influencia, recepción y transmisión de la literatura clásica en el mundo occidental) como la disciplina que estudia esa materia. Highet no acuñó la juntura, aunque así se ha creído tácitamente durante mucho tiempo, sino que la tomó de la traducción inglesa del libro de Comparetti, Virgilio nel Medio Evo (Comparetti 1872; la traducción inglesa que usó Highet es Comparetti 1885). Para el origen del uso de la expresión, consúltense Laguna 2004 y García Jurado 2007.
Con respecto al concepto, está implícito en el subtítulo mismo de la obra: Greek and Roman Influences on Western Literature. El autor lo bosqueja tanto en el Prefacio (p. VIII) como en su Introducción (pp. 1–3). En ambos lugares, insiste en que la Cultura Clásica grecolatina es un componente esencial de toda la civilización occidental. Con su libro pretende trazar un recorrido o perfil («outline») de esa esencialidad:
This book is an outline of the chief ways in which Greek and Latin influence has moulded the literatures of western Europe and America (p. VIII).
Our modern world is in many ways a continuation of the world of Greece and Rome. […] in most of our intellectual and spiritual activities we are the grandsons of the Romans, and the great-grandsons of the Greeks. […] This book is intended to give the outlines of that story in one field only: literature (pp. 1–3).
Respecto a la imaginería léxica y metafórica para caracterizar el fenómeno, en Highet domina el campo semántico de las «fuentes» o «hidráulico»: «influencia», «corriente», «ósmosis», «riberas»… Puede leerse la elegante y extensa alegoría «hidráulica» de los dos primeros párrafos de su Conclusión (p. 541).
Por otra parte, Highet efectúa dos precisiones pertinentes de recordar aquí. La primera es que, aunque reconoce que la Tradición Clásica se manifiesta en muchas y variadas parcelas de la cultura humana (política, ley, filosofía, religión, arte), su estudio se limitará a la literatura (pp. 2 y 543), omitiendo ámbitos no literarios (filosofía, artes, educación). La segunda precisión es que solo se tendrá en cuenta la literatura escrita en lengua vernácula, por convención y por limitaciones de espacio (pp. 2–3). Hay una rica literatura escrita en latín hasta al menos 1860, pero esta literatura (que luego hemos acordado en llamar «humanística») no será objeto de su atención.
Organización y metodología. La Tradición Clásica puede estudiarse desde diferentes perspectivas y metodologías. Puede partirse de los autores clásicos e ir rastreando su influencia posterior (es el procedimiento llamado «A en B»): la influencia de Virgilio, Séneca en España, la tragedia griega en el barroco francés, etc. También puede rastrearse al revés, viendo la base clásica de autores o géneros modernos: la Tradición Clásica en Jaime Gil de Biedma, los clásicos de Shakespeare, de Montaigne. Otra posibilidad es el estudio temático, por tópicos, motivos, episodios o mitos: el tópico del carpe diem en la literatura occidental, el descenso a los infiernos. Pues bien, la metodología que propone Highet (es decir, su forma de estructurar la materia) es primariamente cronológica e historicista, dedicando capítulos a fases o épocas de las literaturas receptoras. Tras un capítulo de introducción (1), dedica tres capítulos a la Edad Media (2–4), uno al Prerrenacimiento (5), siete al Renacimiento (6–12), dos a la transición entre Renacimiento y Barroco (13–14), cuatro capítulos a la época del Barroco (15–18), tres al siglo XIX (19–21) y dos al XX (22–23), acabando con un capítulo de conclusión (24). No debe de ser muy casual que distribuya su manual en el mismo número de capítulos que cantos de la Ilíada y de la Odisea.
A su vez, dentro de cada época, dedica cada capítulo a géneros literarios o autores modernos, como se aprecia más claramente en los siete capítulos de la época del Renacimiento, de los cuales cinco se dedican a géneros (Traducción, Drama, Épica y Pastoral) y dos a autores (Shakespeare y Rabelais). En varios casos, antes de estudiar la recepción de un género, Highet en su afán divulgativo traza una útil historia del género en la misma literatura clásica, como para el caso de la bucólica (pp. 162–165), dentro del capítulo 9; de la lírica griega y latina, al hilo del capítulo 12 (pp. 219–229); o de la sátira, en el capítulo 17 (pp. 303–306). En unos pocos casos hay un estudio del recorrido de un tópico, como el del descenso al mundo de la muerte (pp. 510–513), desde la Odisea de Homero al Ulises de Joyce; o la caracterización del amor cortés como invención medieval, pero con influencia de Ovidio (pp. 57–62).
Es decir, básicamente Highet procede por épocas, géneros y autores modernos, receptores: la base clásica de Petrarca (pp. 81–88), Chaucer (pp. 93–103), Montaigne (pp. 185–193), Shakespeare (pp. 194–218), Goethe (pp. 379–389). Casi siempre juzga necesario examinar la educación clásica de cada autor receptor, así como su biblioteca y sus lecturas de textos clásicos, su conocimiento de latín o griego, etc. Por tanto, contempla más la influencia que la coincidencia debida a poligénesis (que no considera siquiera). No obstante, en una ocasión, hablando de Shakespeare, considera la posibilidad de influencia de los clásicos por vía indirecta, mediante intermediarios o por el ambiente cultural, y califica este fenómeno con el nombre de «ósmosis» (p. 202).
Respecto a la metodología, Highet ofrece instrucciones («rules») para estudiar un fenómeno de Tradición Clásica (entendido como una serie de coincidencias):
This is perhaps a suitable place to suggest a simple set of rules by which parallel passages in two writers can be taken to establish the dependence of one on the other. First, it must be shown that one writer read, or probably read, the other’s work. Then a close similarity of thought or imagery must be demonstrated. Thirdly, there should be a clear structural parallelism: in the sequence of the reasoning, in the structure of the sentences, in the position of the words within the lines of poetry, or in some or all of these together (p. 202).
Por tanto, Highet propone una comparación en tres pasos: 1) El autor receptor ha leído su fuente; 2) Hay una coincidencia de contenido; y 3) Hay una coincidencia formal.
Trascendencia del libro y Conclusión. Hay apartados y capítulos especialmente conseguidos y útiles, como el de la pastoral clásica y moderna (capítulo 2 en pp. 162–179), el de los clásicos de Shakespeare (pp. 203–215), las modalidades de la epopeya moderna (pp. 144–147), la distinción entre interpretatio / imitatio / emulatio (p. 104) o el uso de los clásicos por parte de los revolucionarios (pp. 355–367). Pero el libro de Highet es también importante por los principios que preconiza: 1) La convicción entusiasta de que la Cultura Clásica está en la base y esencia de la civilización occidental moderna; 2) La defensa a ultranza de la enseñanza de los clásicos como elemento de la educación de las personas; 3) La obligación para los clasicistas de estudiar panoramas sintéticos y globalizadores de los clásicos, no de menudencias; 4) La necesidad de que los clasicistas difundan los valores clásicos y sus conocimientos entre un público amplio.
La recepción del libro en España pasa básicamente por tres etapas principales: reseña muy crítica de Lida de Malkiel (1951), desinterés u olvido durante tres décadas (1951–1979) y desarrollo de un interés creciente por la Tradición Clásica desde 1979. En 1951 María Rosa Lida de Malkiel reseñó el libro en un amplísimo artículo-reseña publicado en la Nueva Revista de Filología Hispánica (Lida de Malkiel 1951). Esta autora señalaba principalmente dos deficiencias en la obra: 1) La escasa atención prestada a la literatura hispánica (y la autora se encargaba de suplir las lagunas advertidas); y 2) El énfasis excesivo en la tradición grecolatina, en detrimento de la investigación del substrato oriental (semítico e islámico) de la literatura europea. Esta reseña, muy valiosa y útil, aunque demasiado puntillosa, se integró en un libro póstumo de compilación, editado por Yakob Malkiel, viudo de la autora, junto a otros artículos que tratan sobre pervivencia hispánica de motivos clásicos (Lida de Malkiel 1975, pp. 339–397).
Como segunda fase, durante tres décadas (1951–1979) el interés por la Tradición Clásica y, por tanto, por el libro de Highet, decayó tanto en la investigación como en la docencia. En investigación, se consideraba indigno de un filólogo clásico trabajar en Tradición Clásica. En docencia, la enseñanza de la recepción clásica no estaba incluida en los planes de estudios de las licenciaturas de Filología Clásica ni de Filologías Modernas.
Esta desatención empezó a romperse con la publicación en 1979 de un libro de Cristóbal López, producto de su tesis doctoral, que ya llevaba la denominación en su título: Virgilio y la temática bucólica en la Tradición Clásica (Cristóbal López 1979). Igualmente, contribuyó a la dignificación de los estudios de Tradición Clásica la publicación del libro de Luis Gil Estudios de Humanismo y Tradición Clásica (Gil 1984). Desde entonces han proliferado los estudios sobre aspectos parciales de la Tradición Clásica, que necesariamente parten del tratamiento de Highet. Incluso con el inicio del tercer milenio ha habido en España intentos, más bien fallidos, de elaborar manuales completos sobre la disciplina, que naturalmente se basan en Highet e intentan superar su manual: Signes Codoñer 2005 y Hernández Miguel 2008. Varios libros de conjunto que se han publicado en el ámbito anglosajón sobre Tradición Clásica (Kallendorf 2007, Hardwick y Stray 2008, Grafton, Most y Settis 2010) suponen una contribución relevante, aunque son obras de autoría colectiva y con un enfoque crítico modernista que se aleja bastante de la metodología positivista de Highet. En definitiva, hay consenso en aceptar que la obra de Highet no ha sido globalmente superada, ni en España ni en otros países, como manual básico sobre la disciplina. Como formuló contundentemente Calder en 1992: «The great, comprehensive and still fundamental study of the subject. Specialists may carp at details but no one has been able to replace the book» (Calder 1992, p. 27).
Esta entrada ha pretendido destacar los rasgos fundamentales de la aportación de Highet. Llama la atención su visión interdisciplinar: enseña tanto griego como latín, lengua y literatura, literaturas clásicas y modernas; se interesa por el teatro y por la radio, por la literatura en general, por la política y la milicia, por el turismo. Highet exhibe también una preocupación constante por la enseñanza (incluso elemental) de las humanidades clásicas, como muestra el hecho de que escribiera libros sobre didáctica. Por otro lado, convencido de la actualidad y pertinencia de los clásicos para el mundo moderno, se interesó mucho por la divulgación de los mismos entre un público más amplio que los meros especialistas: emitía un programa de radio sobre temas de literatura y cultura, y sabemos, además, que preconizó la enseñanza de los clásicos en traducción durante los primeros cursos de Humanidades de la universidad americana; y, por supuesto, escribió un magnífico libro sobre la Tradición Clásica: este libro revela, por un lado, el dominio de Highet de la literatura comparada y su capacidad para cubrir un campo enorme de material literario, y, por otro, la habilidad para divulgar y comunicar estos conocimientos entre un público amplio, no necesariamente especialista en la materia.
Bibliografía
-
Ball, Robert J., ed. The Classical Papers of Gilbert Highet, New York, Columbia University, 1983.
-
— ed. The Unpublished Lectures of Gilbert Highet, New York, Peter Lang, 1998.
-
Calder, William M. An Introductory Bibliography to the History of Classical Scholarship chiefly in the XIXth and XXcenturies, Hildesheim, Georg Olms, 1992.
-
Comparetti, Domenico. Virgilio nel Medio Evo, Livorno, Francesco Vigo, 1872.
-
— Vergil in the Middle Ages, Translated by E. F. M. Benecke, London, Swain Sonnenschein, 1885.
-
Cristóbal López, Vicente. Virgilio y la temática bucólica en la Tradición Clásica, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1979.
-
García Jurado, Francisco. «¿Por qué nació la juntura “Tradición Clásica”? Razones historiográficas para un concepto moderno», en CFC (L) 27/1 (2007), pp. 161–192.
-
Grafton, Anthony, Glenn W. Most y Salvatore Settis, eds. The Classical Tradition, Cambridge (Mass).–London, Belknap Press, 2010.
-
Harwick, Lorna y Christopher Stray, eds. A Companion to Classical Receptions, London, Wiley-Blackwell, 2008.
-
Hernández Miguel, Luis Alfonso. La Tradición Clásica. La transmisión de las literaturas griega y latina antiguas y su recepción en las vernáculas occidentales, Madrid, Liceus, 2008.
-
Highet, Gilbert. The Classical Tradition. Greek and Roman influences on Western literature, Oxford, Oxford University Press, 1949 [= New York, Oxford University Press, 2015. With a new foreword by Harold Bloom].
-
— People, Places and Books, New York, Oxford University Press, 1953.
-
— Juvenal the Satirist, Oxford, Oxford University Press, 1954.
-
— La Tradición Clásica. Influencias griegas y romanas en la literatura occidental, México–Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1954. Traducción de A. Alatorre.
-
— Poets in a Landscape, New York, Alfred A. Knopf, 1957.
-
— The Art of Teaching, New York, Vintage Books, 1959.
-
— El arte de enseñar, Barcelona, Paidós, 1967.
-
— The Speeches in Vergil’s Aeneid, Princeton, Princeton University Press, 1972.
-
— «Masks and faces in Satire», en (1974), pp. 321–337.
-
Highet, Gilbert, Tom Hill y Roald Dahl. The secret history of British intelligence in the Americas, 1940–45, New York, Fromm International, 1999.
-
Highet, Keith. «The Military Career of Gilbert Highet», en The Classical World 95 (2002), pp. 386–409.
-
Jaeger, Werner. Paideia: The Ideals of Greek Culture, translated by Gilbert Highet, Oxford, Basic Blackwell, 1939.
-
Kallendorf, Craig W., ed. Companion to the Classical Tradition, London, Wiley-Blackwell, 2007.
-
Laguna Mariscal, Gabriel. «De dónde proviene la denominación “Tradición Clásica”», en CFC (L) 24 (2004), pp. 83–93.
-
Lida de Malkiel, María Rosa. «La Tradición Clásica en España», en Nueva Revista de Filología Hispánica 5/2 (1951), pp. 183–223.
-
— La Tradición Clásica en España, Barcelona, Ariel, 1975.
-
Signes Codoñer, J., ed. Antiquae lectiones: el legado clásico desde la Antigüedad hasta la Revolución Francesa, Madrid, Cátedra, 2005.
-
Todd, Robert. «Reseña a Ball 1998», en Bryn Mawr Classical Review (8 de ene. de 1999).
Gabriel Laguna Mariscal